Hace poco tuve el placer de escuchar sus riquísimas composiciones, el jazz, unas letras tan sinceras... un cantaautor auténtico. La verdad es que ni siquiera conozco la mitad de su inmensa discografía.
¿Y qué?
¿Realmente es necesario conocer cada paso y respiro, lado B, rarezas, todas los amantes, adicción y futuro de un artista para disfrutar la música?
No sé, me gustaría escuchar su música en vivo aunque sólo vaya para balancear mi cabeza de lado a lado, sólo con un vaso de agua en la mano.
El problema es que es temporada de vacas flacas, la lana dejará de fluir próximamente y el costo del boleto es para considerarse: 300 varitos.
En el peor de los casos me resigno a escuchar esta versión en vivo de Durazno Sangrando, una y otra y otra vez en lo que me decido a ir o esperar a que regrese a la ciudad (o soñar con coincidir en algún concierto en Argentina en un viaje distante).
"Dicen que en este valle los duraznos son de los duendes"
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