6.10.10

La inombrable

Uno de mis propósitos cuando llegué al D.F. hace siete años fue tener coraje para hablarle a la chica que me gustara y hacerla mi novia.

Todavía creía en esa falsa máxima de "el que persevera alcanza", aunque no sabía que eso no aplica en relaciones. En caso contrario sólo genera lo que un maestro de filosofía denominara como 'relaciones neuróticas'.

Durante casi un año y medio busqué a una chica de mi clase de matemáticas de todas maneras. Con flores, con mix cd's muy cursis, una carta, llamadas de dos horas mínimo cada tercer día, intentando robarle besos... Le pregunté si quería ser mi novia en dos ocasiones. Ambas me dijo que no.

La primera vez me regresé caminando de su casa a la mía. Unos 40 minutos en los que escuchaba el Speaker Box de Outkast (por ninguna razón en particular, sólo lo traía en mi discman).

En la segunda terminé con una caja de trufas mientras veía Fargo.

Mientras ella salió con uno que otro chavo. Incluso me hice amigo de uno de ellos, al principio con fines maquiavélicos, al final porque ambos compartimos la misma decepción.

Ella se convirtió en mi inombrable.

Después tuve una novia. La inombrable se enojó de una manera épica. Lo más chistoso fue que la pelea tuvo lugar en el departamento de un amigo, mientras él y su novia -también nuestra amiga- cogían. La incomodidad del momento duró hasta que ellos terminaron. Mientras tanto me regañaba por haberle dejado de hablar, porque ya no la buscaba.

La tensión duró algunos meses antes de que fuera de intercambio a Washington, D.C. a trabajar como becario. Para algunos las gringas son la presa más fácil, pero con los amigos gringos que hice en vez salir a cazar como cavernícolas sólo salíamos de safari.

A mi regreso me enteré de que ella tenía novio. Cuando supe de la noticia me reí, cuando me enteré que se llama igual que yo, pero con nueve años más, fue demasiado. Primero me emboraché y después me reí muchísimo más. Lo tomé como lo que era, un jaque mate de Dios, una señal de seguir adelante.

Ah, y también quedé dañadito, lo que los gringos denominan como 'used goods', lo cual se los puede decir mi novia, mi Fer, de quien les contaré próximamente.

Desde ese día en nuestro grupo de amigos vaticinamos que habría una boda, la cual Ariadna y Memo -los mismos que cogían mientras peléabamos-, inspirados en Sandra Bullock, serían encargados de arruinar al bailar hasta caer en el pastel de los novios.

Luego de cuatro años y medio se van a casar. La verdad estoy muy contento por ambos. Y aunque todavía falta un año para el evento, todos los que nos conocimos en esa clase de mate de siete de la mañana estamos felices por la pareja. Al menos yo sí.

Quiero tatuarme

[Mamá si estás leyendo este post ignóralo o respira profundamente y prepárate]

Desde hace un par de años he amenazado con hacerme un tatuaje, incluso Natalia se ofreció a hacerme un diseño.

Bien, pues como resolución de 2011, en adición a buscar una beca y/o financiamiento para hacer una maestría en periodismo de revistas, me haré un tatuaje.

Una parte tiene que ver con una promesa personal a nunca volver a romper mis principios y ética. Mauricio, mi mejor amigo, estoy seguro que diría que es idiota tener que tatuarte algo para recordarlo. Yo me sigo escribiendo cosas en la mano para no olvidarlas.

Las implicaciones de ésto incluyen que mis papás me dejen de hablar, deshereden y desconozcan. Como antecedente están las ocasiones que me perforé la ceja y el labio, ambas ocasiones causó cierto conflicto en nuestras relaciones.
Pero no me importa. Es algo que haré el próximo año.

También acabo de requerir la ayuda de Bayrol, mi amigo el artista, quien espero también me pueda contactar a su amigo Marcos Castro.

Todavía no defino la imagen, pero tengo algunas ideas en mente: música, un ave o un oso. Algo con más inclinación a la ilustración que lo real.

En alguna ocasión imaginé a un gorrión que cantaba "your life is your life", parte del poema Laughing Heart de Charles Bukowski. Aunque un oso lo podría decir igual.




PD Se aceptan propuestas y diseños, la más original terminará sobre mi.

1.10.10

Company of Thieves



Desde Chicago, cuna de la otra escena del rock, viene Company of Thieves. Desde hace un año o más supe de ellos gracias a mi amigo gringo de origen filipino Cezar Salamat.

Me los pasó porque intuyó que era fan de Wes Anderson. Su primer sencillo Oscar Wilde se desprende de su primer álbum Ordinary Riches y su video está inspirado en Rushmore. El primer encuentro de Jason Schwartzman y Bill Murray, musas de Anderson), además del inicio de lo que considero fue el inicio del Anderson que conocemos hasta Fantastic Mr. Fox.



Para quienes gusten del indie pop rock con una chica vocalista. Suenan a: que podrían ser buenos amigos de Rilo Kiley.

La canción se puede resumir en su coro:

We are all our-own devil
We make this world our hell

Jorge Font

[De las historias que más disfruté escribir; termina rosa porque así lo requirió la sección]

Jorge Font recuerda el día exacto en que perdió toda movilidad de sus piernas, el día que pasó de ser un estudiante de medicina y atleta profesional a un joven en una silla de ruedas.

"El 8 de marzo de 1988 me caí haciendo lo que más me gusta, me caí esquiando, me acerqué demasiado a la orilla por ir jugando, se me atoró el esquí con la playa me fui de boca y me rompí la sexta y séptima vértebra cervicales", comenta Font, "me rompí el cuello, lo cual me provocó una cuadriplejia".

Con la lesión medular perdió la sensibilidad y movilidad del pecho hacia abajo de manera permanente, pero gracias a que lo operaron dentro de las primeras ocho horas posteriores al accidente fue que recuperó la extensión de los brazos, el movimiento de las muñecas y la extensión de la mano izquierda.

"Antes del accidente estaba estudiando el curso propedeútico para la carrera de medicina, quería ser doctor; pasé de ser un chavo que hacía trabajos de bioquímica, histología y fisiología a ser un cuate que hacía planas de rayitas y circulitos para volver a aprender a escribir".

Además de lo exterior, Jorge tuvo que reajustar sus dinámicas con familiares y amigos, pues el accidente afectó a las personas que lo rodeaban en ese momento, así como los sentimientos hacia cada uno de ellos.

"Te sientes no sólo responsable sino culpable de eso; además de romperte el hocico, le rompes el corazón a los demás, aunque no se vea a simple vista".

Un nuevo comienzo

Luego de ocho días de estar en el hospital, Jorge saldría para enfrentarse a los nuevos retos que le dejó su accidente, pero para agosto de 1989, poco más de un año después, un grupo de amigos juntaría dinero para unos esquís especiales, además de llevarlo a una escuela para que aprendieran a esquiar sentado.

"Era la oportunidad de volver a sentirme completo, y hay una parte muy rebelde en mí, de necedad, en la que sabía que no volvería a caminar, pero sí a esquiar".

"Para mi fue el momento de volverme a sentir completo, de salir de la silla de ruedas, sentir la frescura del agua, la fuerza de la lancha, el vértigo de la velocidad y ha sido la oportunidad de saber que la vida se vive en gerundio y de agradecerlo esquiando, como me enseñaron mis mejores amigos".


Renuncié

[El siguiente post es más de autocompasión, les prometo que será el único que tenga este blog]

Hace un mes renuncié a mi primer trabajo en un medio de comunicación. Durante 15 meses fui reportero de sociales -tanto para la sección de 17 a 24 años, como de 24 en adelante-, de una universidad privada (en tres campus diferentes) y de otro suplemento universitario.

Durante ese tiempo asistí a más bodas de las que he sido invitado, le pregunté a desconocidos cómo se sentían por su cumpleaños de lo que suelo hacer con mis amigos; y vi a distintas generaciones de preparatorianos celebrar su graduación con ganas de iniciar una nueva etapa.

Además fui a algunos de los antros exclusivos de la ciudad, incluido aquel en Arcos Bosques de donde salió el abogado a quien secuestraron y mataron.

Diciembre de 2009 fue una temporada en la que supe lo que significa trabajar, lo cual incluyó año nuevo, día que inicié con un viaje a Cuernavaca, en donde Jefté -el fotógrafo más chingón- y yo recorrimos un hotel -uno de los tradicionales-, pasamos a dos restaurantes y tres antros en una noche. Al final terminamos a las 4 de la mañana brindando con un Jack con un cigarro.

En una boda vi a parte del grupo priista de Atlacomulco. Algunos de la vieja escuela como Oscar Espinosa Villareal -otrora Regente del D.F. y acusado penalmente- compartiendo mesa con Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera; quienes se sentaron contiguo a Arturo Montiel. Nunca se saludaron. Por cierto la misa fue oficiada por el obispo Onésimo Cepeda, un tipo con pinta de gángster con todo y su bling bling de oro e incrustraciones de brillantes santísimos... ok, no.

Por primera vez conocí Acapulco, aunque no podría decir que en toda su gloria. Incluso entré al Baby 'Oh; uno de los antros más exclusivos del puerto, que vio mejores glorias en otros años. El lugar tiene aspecto de cueva, con una alfombra de pasto artificial y paredes café. Pero tiene el renombre, además que el precio de las botellas va de 5 mil pesos a casi 90 mil si mal no recuerdo.

Entre otras curiosidades asistí al cumpleaños de Ana Victoria, la hija de Amanda Miguel y Diego Verdaguer, fiesta celebrada en su casa en medio del Desierto de los Leones. Seps. La pareja más popular de los 80, con sus rizos y alaciados perfectos.

Desde que entré en mi mente esto fue parte del proceso para ganar mi derecho de piso en el periodismo.

Ahora no sé por donde empezar para retomar mi blog, ja.

El último mes lo he pasado viendo Mad Men y True Blood en mi computadora, en paseos con mi novia y el estrés de estar desempleado.

Sólo espero, con paciencia.

Eso sí, me hice de una piel gruesa como dicen los gringos que se necesita para sobrevivir en los medios de comunicación. O lo aprendes o te ofendes cada que alguien te trata con condescendencia. A lo cual sólo te quedas callado, porque el cliente siempre tiene la razón. Casi.

También aprendí lo que es la solidaridad de un gremio extraño. El cual caza a los apellidos grosos de México. Ese 10 por ciento que es dueña del 90 por ciento de la riqueza.

Mientras no sé cómo retomar esto de escribir.