7.1.11

Un héroe (o lo que queda de él)

En la prepa creamos un monstruo. Un amigo, a quien me referiré como Elpitoloco (es como una palabra en alemán, léanlo así), estaba enamorado de una chica. Él al igual que todos era un teto cuando se trataba de ligar y/o flirtear.

Para la mala suerte de Elpitoloco, la chica de sus sueños nunca le hizo caso. Éste evento lo dejaría malherido por el resto de su vida.

Ante su tristeza, Mauricio (mi mejor amigo del mundo mundial) y yo, decidimos apoyarlo con consejos.

Empezamos con lo básico: "todo va a estar bien, hay billones de pescadillas en el mar, ya vendrá la correcta para ti" y etcétera.

Luego nos dimos cuenta que eso no ayudaba. La verdad es que después de la secundaria, esos discursos no sirven, solo llenan los silencios incómodos nomás.

Entonces intentamos otra táctica. Mauricio y yo concluimos que a las mujeres había que tratarlas mal si se quería su atención y cariño, neurótico sí, pero cariño. Le comentamos esta teoría a Elpitoloco, porque la verdad es que nunca tuvimos el coraje de llevarla a cabo. Pese a todo preferimos ser cursis y que las oaxaqueñas hicieran popó con nuestra autoestima.

Pero él si nos hizo caso y empezó a aplicar todas nuestras palabras. 

"Pídele su teléfono, pero no le hables hasta una semana después y hazte el desinteresado".

"Llega media hora después de lo que quedaste en pasar por ella, o mejor aún, cítala en algún lugar y llega tarde".

"Nunca le digas 'te quiero'".

"Ante todo, sé indiferente".

Maldad pura. En una palabra, egoísmo.

Y así fue como empezó su larga carrera en acostarse con cuanta extranjera venía a Oaxaca, también con una que otra nacional.

Pero nunca pudo con su primer amor. No sé si lo haya intentado, creo que no.

Al principio lo admirábamos por sus proezas en la cama. A los 18, cuando nos graduamos de la prepa, él ya se había acostado con al menos cinco chicas distintas. Nosotros seguíamos vírgenes.

Luego de un rato supimos que si seguía en este camino solo acabaría con una enfermedad venérea o un hijo o ambos. Entonces decidimos detenerlo, al menos intentarlo.

Hablamos por horas y horas. Él se decía arrepentido, que reformaría su vida sexual, que buscaría estabilidad emocional, una chica y ya.

Lo decía y en algún momento lo creyó, aunque la verdad seguía igual.

Todo empeoró con el alcohol. Y cada que nos reuníamos nos daba risa sus anécdotas de como salía con una chica, se acostaba con ella, luego con su hermana y la amiga de la prima. Incluso un poco de envidia.

A veces se enamoraba. Alguna vez juró que se casaría. Que había encontrado a la indicada. Yo le creí un par de veces, pero no, todo volvía al mismo punto.

Ya pasaron 10 años de todo eso. Y él sigue igual. Incluso se lleva con las nuevas generaciones de preparatorianos, sale con ellos, bebe y se divierte.

Ayer nos tomábamos una cerveza y la plática giró entorno a como tapó un baño de su trabajo, que quería fumar mota y ver Tron (a ese plan no me negaba), de como se tiró a una chica hace nueve años...

Cuando terminé mi cerveza me fui. Si compartimos algunas risas, pero ya no es lo mismo. Pese a mi inmadurez de 26 años (me gusta jugar x-box, veo repeticiones de los castores cascarrabias, creo que en el amor... o no, no sé ahorrar cuando de conciertos se trata, entre otras) ya no es tan divertido.

Ya no es el ídolo de la prepa.

PD Aunque me gustaría ser él por una noche.

1 comentario:

DEVA dijo...

Siempre he dicho que un primer amor frustrado puede llevar a una persona a la perdición. El ejemplo es Cirilo y María Joaquina. Según leí en una revista, Cirilo, cuyo nombre real no me acuerdo, fracasó en la vida, así que ahora le ayuda a su mamá a atender un puesto de tamales. Si María Joaquina le hubiera hecho caso como a Gael García en "El abuelo y yo", la historia, seguramente, hubiera sido distinta.