Ese día lo único que buscabas era un cigarillo. Tanta comida y el calor de invierno te provocan indigestión. Ahora sufrías la consecuencia de desayunar tamales de iguana y comer galloymolleja (que tiene todo menos gallo).
[Por eso no haces propósitos que están a una mano de distancia para romperlos]
Le diste vueltas a quien te podía dar acceso al vicio, pero no tuviste el valor de pedirlo, tan fácil como preguntar y ya. Pero estaba Anibal quien cerró su mano en tu meñique.
"Vamos a saludar a Pablo Mondragón"
No quieres ir. Prefieres ese cigarrillo, un poco de música.
Al llegar con los Mondragón te pones a jugar con unas semillas. Ves una tienda, buscas en tus bolsillos pero no tienes para los cigarrillos, ni la cara para fumar frente a, mejor te aguantas el dolor.
Un vestido amarillo, ojos que brillan y una extraña fascinación por Colombia. Buscas en tu cabeza datos, algo, qué sabes de Colombia además de Márquez. Nada. Abres la boca, confundes la capital y te sonrojas. La ves sin discreción, cruzan miradas
Te quedas callado y continúas viendo como destripan a los zacates de sus semillas. Volteas y Medellín está hablando con los señores del zacate.
La única cita de Borges viene a tu mente y continúas con su iniciativa, por su sonrisa.
Intercambian nombres, libros, aficiones.
Ella practica esgrima y es amante de Camus, The Sound and The Fury y diciembre debajo del ecuador.
-¿Lo conoces?
-No, leí the wild palms.
"Vámonos"
Un abrezo, la despedida y su mail.
[...]
[...]
[...]
Paseas por el parque esperando volver a ver a Medellín, pero ella ya está en la carretera.
Los números los separan.
Pero tu esperas.
Sigues siendo el ingenuo de hace once años.
Que remedio.
I'm
sinking
in
the
quiksand
of
my
t
h
o
u
g
h
t
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