Carlos Cuarón afirmó: "¿La crítica! Yo no sé si en México hay especialistas. Acá se autoproclaman críticos. He leído un poco de todo y los artículos sobre Rudo y Cursi me parecieron bastante esquizofrénicos: se referían a una obra maestra y la última gran porquería de 2008. El crítico padece el trauma de no ser leído, ya que escribe en un país donde no se leen diarios. No sé si soy celado u observado con bronca, pero como mexicano asumido que soy, México no perdona el éxito. Somos unos pobres imbéciles. Nuestra actitud es la de regodearnos con la derrota, pateamos al muerto. Los argentinos son mucho más instruidos, cultivados, leídos y menos acomplejados". Cuarón apostrofaba: "justamente 'comercial' fue otra de las palabras con las que me mataron en las críticas". Alto, moción de orden: ¿el cineasta se enfada porque la crítica lo tacha de comercial y él ostenta el éxito taquillero de su cinta en tanto prueba de su validez como cineasta?: "el mexicano no perdona el éxito". Uf. Su palabrería era una verdadera joya, que tuvo el mal gusto de corregir al día siguiente, ooh decepción, al afirmar que tales declaraciones fueron "reinterpretadas y sacadas de contexto".
Y añadía: "Yo estaba de vacaciones rodeado de niños" -ahora resulta que los pequeños tienen la culpa de su lengua larga-, pero "fui muy específico y me parece que la actitud del mexicano de patear al muerto, me parece una imbecilidad, pero esto lo reprodujo el reportero como generalizado, y esto es lo que está provocando esta pseudopolémica". ¿Con qué finalidad?, responde al instante: "obviamente, pues quieren vender". Eso sí no: aparte de querer elogios planetarios quiere ser el único que venda en la plaza, ya perdió piso, máxime cuando concluye su exabrupto con esta frase: "gracias por la oportunidad de aclarar de que, por supuesto, como mexicano no puedo pensar que todos los mexicanos somos imbéciles". ¡Ah!, menos mal, pero insiste: "sí pienso que los políticos mexicanos son imbéciles, eso es distinto, pero no el pueblo mexicano, y nunca me referí así al pueblo mexicano que tan generosamente ha volteado a ver mi película."$.
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Rudo y Cursi apuesta a valores probados que se identifican con la estupidez depredadora del axioma de Emilio Azcárraga, el extinto magnate de la televisión: "México es un pueblo de clase muy jodida que no va a salir de jodida, por lo tanto, hay que darle diversión". Él inventó la formula fatalista para el alma de los "jodidos" que retoma ahora Cuarón por encima de su experiencia renovadora como guionista en Y tu mamá también: futbol, melodrama, canciones. En síntesis, una película de artificiosa falsedad y endeblez narrativa y dramática, lo que habla más de la capacidad en los negocios de un grupo de amigos, que de su ingenio personal. El cine de calidad es otro: de eso se trata.
(A mi me gustó la película y la música debo admitir)
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