Cada que renuevo mis tenis me cuesta un poco tirarlos. Sé que es un apego estúpido ante esos objetos inanimados. Pero me acompañaron a conciertos, a recorrer lugares, cruzar puentes.
Mis primeros Onitsuka y Chuck Talyors, que todavía tienen el diurex con que los envolvió Mayela -a quien después regañaron- y el verso de Bukowski para recordar.
Siento que debería darles una mejor despedida que dejarlos en una caja de cartón.
1 comentario:
hijole.. a mi tambien me cuesta un monton de trabajo... sobretodo los malditos converse, hasta que de plano se les rompe la suela :)
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