13.2.10

Desventuras II

Con la primer novia formal que tuve fui un hijo de puta. Al menos eso creía hasta que contaba nuestra historia a algún amigo o amiga.

Empecé a andar con ella por mi metaculpa. Luego de una fiesta nos besamos toda la noche. Creí que tenía que hablarle al día siguiente para no ser un patán. No sólo eso, tenía que pedirle que fuera mi novia, porque era, pues, lo correcto... si la quería volver a besar y/o manosear.

Así inició mi noviazgo con Paulina, algo que no debió suceder. Ella buscaba una figura paterna, yo quería una chava para estar a la par con mis amigos -además de besar y manosear-.

Era mi último año de prepa, el mejor de la historia para los Bombonetes -mi grupo de amigos- porque después de ahí nadie tenía el futuro comprado. Pero a Paulina tenía que acompañarme a todas partes, porque ese era su deber de novia, pese a que le insistí que no era necesario que se aburriera por mi culpa, fuera que jugáramos futbol o nintendo 64.

En dos ocasiones le comenté que sería bueno replantear nuestra relación. En ambas lloró, lo cual fue motivo suficiente para que no volviera a mencionar el tema.

A semanas de mi fiesta de graduación tuve la idea de no invitarla, porque ese momento quería pasarlo con mis cuates, mis amigas -robarle un beso a... ajá, sí, nunca pasó-. Pero nada de esto sucedería con Paulina a mi lado, si la tenía que llevar a su casa o si quería acompañarnos a ver el amanecer desde el Crestón (un cerro en Oaxaca).

Por lo que le dije que los boletos se habían acabado. Esa ha sido la peor mentira que he inventado en la historia de las mentiras. Nadie lo creyó.

Obvio me la encontré en la fiesta, me vio, intenté hacerme pendejo y sacarla a bailar. Se indignó y se fue, llorando claro. Antes de que me volviera a atacar mi metaculpa Mauricio, mi mejor amigo, me aconsejó perder la conciencia en alcohol. Lo hice y pasé la mejor fiesta de mi vida.

Al día siguiente la culpa me exprimía peor que la cruda.

Nos vimos, platicamos, nos reímos y me mentó la madre.

Hasta hace unos años creía que esto era fatal. Mis amigas chilangas me dijeron que soy un teto. Eso me hizo sonreír.

¿El soundtrack?
El Invisible Band de Travis
The Man Who en caso de querer tristear.

Fin.

Epílogo: no vuelvo a andar con alguien por metaculpa, nunca trae nada bueno, y mejor aplico la de Christina Rosenvinge.


6 comentarios:

Ricardo Otero dijo...

Jajaja, Juan, sí fuiste un ojete. Todos hemos sido así alguna vez. Todos.

Juan Eme dijo...

Sí, pero cuando lo consulto con otras personas me dicen que pudo ser peor. Muuucho peor, jajaja.

meeee dijo...

siempre terminaremos siendo somebody bich or somebody lord, asi es la vida :)

dijo...

Con el primer amante formal que tuve fui una hija de puta.

Él tenía 16 -edad a la que les chiflas y se vienen-. Cuando terminamos le grité que tenía eyaculación precoz... lo cual le provocó una efectiva eyaculación precoz de la que todavía no se recupera.

saludos, patán.

=)

Juan Eme dijo...

meee: sí, lo mejor es aceptar ese hecho y asumirlo.

Jen: gran gran graaaan anécdota en una breve respuesta jajaja.

Lala Mágica dijo...

Insisto, ¡teto!
Jajajajajaja.
Sabes que no fue tan grave.

Fanses de la historia de la eyaculación precoz.