Hace ocho años que no iba a Huatulco, y otros varios que no iba a la playa, al menos una decente en donde las olas no fueran mortales.
Y sabía que la única garantía de ir sería gracias a Juan Carlos, porque tendría que asistir a su boda. Esto fue un hecho desde la prepa
"Mi boda será en Huatulco y sólo irán 100 personas allegadas, nada de compromisos, ni con mi familia o la de la novia"
Algo así dijo el buen Charly -aclaro que es la única persona a quien llamo con ese diminutivo- en nuestros días de subir a un cerro oaxaqueño a tomar bacardí blanco y escuchar algún disco quemado (con éxitos de Bloodhound Gang y Moenia) desde las bocinas de algún coche.
[Oh sí, eramos totalmente provincianos y cómo disfruté esos andares. Incluso un día en que nos sorprendió la justicia personificada en unos patrulleros. Claudio tuvo que aventar una botella de vodka a medio tomar, que estamos casi seguros que mató a un inocente tlacuache.]
Y luego de salir con Marce por siete años decidieron que era correcto arrejuntarse por las leyes del Estado y de Dios.
La verdad no nos sorprendió del todo, porque Charly siempre fue el señor de nuestro grupo de amigos. Desde que era un púber él ya ganaba su dinero, mientras los demás eramos unas sanguijuelas.chupa.cerveza, en dos palabras un lastre.
Entonces hubo una fecha y lugar definidos. Una cita para reunirnos a celebrar a nuestros amigos en un evento único. Sólo nos faltó el artista de la familia, Bayrol.
La misa tenía que empezar a las 5pm. Pero la novia no llegaba, lo cual tenía en una tensión al novio, algo insólito para el hombre más ecuánime del planeta. Media hora después llegó la protagonista, la media hora más larga de la vida de Charly. Todavía en misa se le entrecortó la voz, pero siguió en pie, sentado, arrodillado y otra vez.
Después nos movimos al hotel donde fue la recepción, en donde los novios llegaron en una lanchita a la playa, mientras de fondo sonó "I Would Do Anything For Love". Tal vez cursi, pero toda una entrada.
Luego del primer baile -a ritmo de "Everythin I Do" de Bryan Adams- dio inicio la bacanal que nadie pudo detener.
Lo siguiente es una serie de recuerdos más bien fragmentados:
-Baile sin parar-
-Beber-
-Más baile-
-Beberbeberbeber-
-Respiro-
-Baileeeee-
Hasta que dieron las tres de la mañana, hora en que hubo una fogata, chilaquiles y un mariachi a la distancia.
En ese momento me di cuenta que todos -los hombres al menos- habíamos perdido. Cuando washawasheas la letra de "Cielo Rojo" y cualquier otra canción parecida, todos abrazados, todos con demasiado sentimiento. Y tampoco podía faltar pedir "la de Celso Piña con Café Tacuba"; a lo cual los mariachi nos vieron con cara de "que buena peda".
Lo siguiente que recuerdo fue volver a una pista un tanto vacía, momento en el que tocaron "Bizarre Love Triangle" (New Order), "Friday I'm In Love" (The Cure), "Young Folks" (Peter, Björn and John) y "Sex on Fire" (Kings of Leon). No hay forma de expresar la euforia que viví en ese lapso.
[ah y en algún momento se hizo una rueda en la que todos sacaron sus mejores pasos, algunos desenfrenados, otros con coherencia, yo con un intento de breakdance... todo fue grabado].
Pero el degenere no concluyó ahí. El regalo que los novios pidieron en su lista fue uno: que los acompañáramos en su día hasta el amanecer. Esa fue la encomienda, ese nuestro deber a toda costa.
Baco es un dios inclemente y no iba a dejar que la razón nos dejara ver la salida del sol, jojojo, pero claro que no. A la voz de Mauricio todos los hombres quedamos en boxers, excepto el novio que ese día decidió usar calzones de Homero Simpson para meternos al mar.
Al día siguiente todos recordábamos ese momento como el hito de la velada, fuimos héroes por unos minutos.
Luego la novia nos aclaró que fue algo más bien desagradable, grotesco, aunque esas no fueron sus palabras. Aunque bastaba ver su cara como para saber que a las chicas les pareció algo distinto.
En lo personal, lo mejor de todo, fue ver a dos de mis amigos tan contentos.