[Parece ser que el insomnio provocado por los dolores de estómago son razón suficiente para postear. Es eso o dar vueltas en la cama sin conciliar el sueño. Opto por dedicarle unas palabras a este -descuidado, pero no por eso menos querido- blog]
La memoria es un ente vivo (si al igual que el lenguaje). Ésta es una de las guías que sirven de esqueleto e hilo conductor a la película Vals con Bashir.
Podría intentar reseñar dicho filme, pero las palabras se quedarían cortas. Al menos mi intento de descripción sería insuficiente para hacerle justicia a esa animación que se pone aparte, por el tema que trata: la eterna guerra entre israelíes y palestinos; pero puesto desde la óptica de un veterano de guerra de Israel.
La película se mantiene neutral desde cierta óptica. No busca justificar la guerra, ni las muertes, sólo cuenta la historia de un soldado a través de la reconstrucción de un recuerdo a partir de las memorias de varios de sus compañeros.
Que si por un momento usa al Holocausto como una explicación, una pieza al rompecabezas de ese día olvidado, es sólo un elemento.
Lo más importante son los recuerdos que va desentrañando el protagonista. Que es de lo que quería escribir. La(s) memoria(s).
Sé que le falta mucho a este débil intento por describir a algo mucho más grande. Pero en todo caso recomiendo que la vean, para darse un momento de reflexión en distintos ejes. Incluido el de una guerra eterna justificada en la religión, territorio y muertes de quienes portan armas de punta y los quienes son carne de cañón.
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