Soy de los que piensa demasiado, en todos los escenarios posibles para estar preparado para cualquier situación. Aunque esto resulta contraproducente, porque la mayoría de las veces en vez de un resultado positivo, sólo llego a una chaqueta mental.
Pero no por eso deja de ser divertido pensar en teorías de probabilidades, más ahora cuando leo -a intervalos- "El Andar del Borracho: cómo el azar gobierna nuestras vidas" de Leonard Mlodinow, un físico matemático.
Porque es interesante pensar en cómo se desarrollarían las cosas si en vez de tomar una decisión tomas otra y por qué las cosas pasan en un momento determinado.
Como hace una semana que estaba desempleado (desde septiembre) con necesidad de encontrar un trabajo. De repente me hablaron para freelancear y traducir noticias para CNN. Si bien no es algo estable, por el momento sirve.
A finales del año pasado pasé por el peor rompimiento de mi vida amorosa, fue la primera vez que me emborraché a la Pedro Infante, por llorar con una justificación falsa. Mi plan era salir con varias chicas en enero, para pasar el rato. Y con la primera que salí, me enamoré.
Son algunos ejemplos, que una mente racional podría deshechar. Por fortuna no es mi caso, yo prefiero pensar en que las estadísticas jugaron a mi favor.
En éso se basa Whatever Works (Cuando Pasa Sucede, 2009) de Woody Allen en el que la casualidad es el factor más importante y en donde el título de la película determina las dinámicas de sus personajes.
Las actuaciones de Larry David y Evan Rachel Wood hacen un buen dueto. David personifica la neurosis de Allen en Boris Yelnikoff un profesor de física retirado, hipocondriaco, nihilista y misántropo. Él se encuentra con una joven sureña que sólo quiere rehacer su vida en Nueva York.
A partir de ese encuentro de dos personas opuestas inicia una serie de coincidencias en el plano romántico que marcan la película. Por lo anterior logra una película muy entretenida. Tanto que varias parejas en el cine aplaudieron al final.
