1.10.10

Jorge Font

[De las historias que más disfruté escribir; termina rosa porque así lo requirió la sección]

Jorge Font recuerda el día exacto en que perdió toda movilidad de sus piernas, el día que pasó de ser un estudiante de medicina y atleta profesional a un joven en una silla de ruedas.

"El 8 de marzo de 1988 me caí haciendo lo que más me gusta, me caí esquiando, me acerqué demasiado a la orilla por ir jugando, se me atoró el esquí con la playa me fui de boca y me rompí la sexta y séptima vértebra cervicales", comenta Font, "me rompí el cuello, lo cual me provocó una cuadriplejia".

Con la lesión medular perdió la sensibilidad y movilidad del pecho hacia abajo de manera permanente, pero gracias a que lo operaron dentro de las primeras ocho horas posteriores al accidente fue que recuperó la extensión de los brazos, el movimiento de las muñecas y la extensión de la mano izquierda.

"Antes del accidente estaba estudiando el curso propedeútico para la carrera de medicina, quería ser doctor; pasé de ser un chavo que hacía trabajos de bioquímica, histología y fisiología a ser un cuate que hacía planas de rayitas y circulitos para volver a aprender a escribir".

Además de lo exterior, Jorge tuvo que reajustar sus dinámicas con familiares y amigos, pues el accidente afectó a las personas que lo rodeaban en ese momento, así como los sentimientos hacia cada uno de ellos.

"Te sientes no sólo responsable sino culpable de eso; además de romperte el hocico, le rompes el corazón a los demás, aunque no se vea a simple vista".

Un nuevo comienzo

Luego de ocho días de estar en el hospital, Jorge saldría para enfrentarse a los nuevos retos que le dejó su accidente, pero para agosto de 1989, poco más de un año después, un grupo de amigos juntaría dinero para unos esquís especiales, además de llevarlo a una escuela para que aprendieran a esquiar sentado.

"Era la oportunidad de volver a sentirme completo, y hay una parte muy rebelde en mí, de necedad, en la que sabía que no volvería a caminar, pero sí a esquiar".

"Para mi fue el momento de volverme a sentir completo, de salir de la silla de ruedas, sentir la frescura del agua, la fuerza de la lancha, el vértigo de la velocidad y ha sido la oportunidad de saber que la vida se vive en gerundio y de agradecerlo esquiando, como me enseñaron mis mejores amigos".


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